Cuento “El Sol se siente solo”

Grupo 2: Las Educatómicas

-Pilar García Gallego

-Noelia Mirella Guizado Sandino

-Lorena Huerta Gómez

 

FORMULARIO DEL CUENTO

Edad 5-6 años
Resumen El Sol se siente enfadado por permanecer quieto mientras sus amigos, los planetas, no paran de girar. Los observa uno a uno, consiguiendo comprender su importancia en el Sistema Solar.
Palabras clave Vía Láctea, Sistema Solar, Sol, planetas.

 

Explicación científica

 

Este cuento se encuentra centrado en la Astronomía, disciplina encargada del estudio de los cuerpos celestes, así como sus posiciones, movimientos y aspectos relacionados a ellos.

Concretamente, pretende acercar a los niños al Sistema Solar explicando las principales características de todos los planetas, sin olvidar la importancia del Sol en dicho sistema. Se introducen estos conceptos de una forma lúdica y con rimas para que a los niños les resulte más llamativo, y así consigan mantener la atención y fomentar la imaginación.

Cabe destacar que además de abarcar estos conceptos primarios de la Astronomía, se fomenta la educación en valores y el trabajo de las emociones básicas (enfado, tristeza, felicidad…).

Autores Pilar García Gallego

Noelia Mirella Guizado Sandino

Lorena Huerta Gómez

 

CUENTO CIENTÍFICO: “EL SOL SE SIENTE SOLO”

Érase una vez en la inmensidad del universo

una casita con brillantes estrellas,

donde vivían criaturas bellas…

¡Y no eran de hueso!

Los romanos lo llamaban Vía Láctea

porque parecía un camino de leche…

¡Y tened cuidado! Que nadie sospeche

porque es una nube de estrellas y no es de leche.

En el centro, el Sol ocupa su asiento

y aunque de amarillo luz viste,

llora por sentirse triste

viendo a los planetas felices

girar como el viento.

“¡No puedo moverme…

y esto es un aburrimiento!”

Dijo la grande estrella

ardiendo de furia en un momento.

“Quisiera moverme

y no ser diferente,

para poder jugar con todos

y moverme como una serpiente”.

El Sol se quejaba de un fuerte ruido

porque Mercurio iba tan rápido

que en sus oídos retumbaba un zumbido.

“Mercurio, para ya…

¡Que me vas a marear!

“Solecito,

me gustaría parar,

pero si voy más despacio…

 ¡Me quemarás!

Tras quejarse una vez más,

lo hizo con el siguiente:

“¿Por qué intentas parecerte a mí

siendo tan  grande y caliente?

“No trato de parecerme a ti…” dijo Venus.

“¡Si tú eres como el fuego ardiente!”

El Sol,

un poco más enfadado,

dijo en voz alta a la Tierra:

“¿Por qué no tengo hermanos

y tú tienes una hermana pequeña?”

“No te creas que es muy divertida,

la Luna es muy traviesa y distraída.

De vez en cuando

se pone entre nosotros

Y forma un eclipse…

¡que es hermoso!”

La Tierra era feliz

como una perdiz,

porque llevaba un sombrerito

con un ligero matiz.

“Me protejo de ti,

porque algunos rayos me hacen daño

y me quedo sin el agua de mi baño

que necesitan amigos para poder vivir”.

Un poquito más triste y desolado,

el Sol le preguntó a Marte si también estaba enojado

porque por su color rojo parecía estar enfadado.

“Yo no estoy enfadado

pero me gustaría estar un poquito más a tu lado,

porque paso mucho frío

y me gustaría que fueras mi abrigo”.

El Sol, asombrado

miró a Júpiter desconcertado:

“Eres el planeta más grande…

¡Pero nunca alcanzarás mi tamaño!”.

“Tú serás más grande que yo…

¡Pero yo giro a tu alrededor!”

El Sol un poco callado,

miró a otro lado.

Sin haberlo esperado,

encontró a Saturno el anillado.

“¿Por qué llevas cinturones si no llevas pantalón?”

Dijo el Sol con gran preocupación.

“No llevo pantalón,

¡Pero parte de mi belleza son!”

El Sol, serio, comprende su razón

y despide a Saturno con poca motivación.

Cerca de Saturno

estaba su hermano mellizo.

Su nombre era Urano,

¡y le pegó un pellizco!

Su color era azulado,

pero le hizo tanto daño

que se le quedó un morado.

El Sol se compadeció

y una regañina a Saturno le echó.

En el fondo, alejado

se veía a Neptuno,

de color verde azulado.

“Qué frío me siento…

¡No tengo a nadie a mi lado!

Cómo me gustaría en este momento

sentirme querido y arropado”.

Con un haz de luz brillante,

el Sol le iluminó al instante:

“Siéntete afortunado, Neptuno…

¡Porque giras alrededor de mí tan lejos como ninguno!”

Neptuno, mostrándose sonriente

giró alrededor de todos lentamente.

Tras observar todo lo que había ocurrido

el Sol se había dado cuenta de que muy bueno no había sido.

“He tratado a todos mal

y no me gustaría que me lo hicieran los demás”

Con la cabeza baja los miró

y con sus rayos de luz a ellos se dirigió.

“Siento mucho haberme portado así…

¡Pero me he sentido solo desde que nací!”.

Los planetas, preocupados

comprendieron su actitud,

y le explicaron la importancia

de tener su gran virtud.

Eres la pieza más importante,

todos te necesitamos.

Sin ti somos insignificantes…

¡Porque con tu luz nos iluminamos!

El Sol, un poco sorprendido,

salió del lío en el que estaba metido

y comprendió que ellos no podrían girar

si no se quedara en su lugar

“¡No debéis parar

porque a todos os puedo observar,

así que os compartiré mi felicidad

aquí quieto en mi lugar!”

Y finalmente, aprendió una sabia lección:

Que esa casita es el Sistema Solar,

y el Sol su nombre lo da

por la importancia de su acción.

Y colorín colorito…

¡Que este cuento os parezca bonito!

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